Yo paso y canto. A veces me acompaña la guitarra y en otras, sólo el pensamiento. Yo paso y canto. por algún motivo, siempre voy, siempre estoy yendo hacia alguna parte, destinado a hacer, nunca he sabido qué. Yo paso y canto. Tomo, de la espuma del mar, una gota de agua y bebo la sal, siempre desconocida de sabor, color y forma. Yo paso y canto. Subo hacia lo alto, en la montaña, y saludo a la primera estrella del verano. Como lo hago con la de la Primavera y el Invierno. Yo paso y canto. tomo el son de las hojas, en Otoño, y compongo una bella sinfonía que luego cantará mi voz. Yo paso y canto. siempre estoy yendo desde y hacia alguna parte. Conozco tu ventana cerrada y tu mirada, curiosa, tras la entreabierta cortina. Un extraño ha llegado al pueblo. Al pueblo ha llegado un extraño. ¿Qué querrá? ¿A qué habrá venido, desde tan lejos? Preguntaremos a la sirvienta del Hotel, ella debe saber, ella lo sabe todo. ella y el peluquero. Pero el extraño aún no ha tenido tiempo de ir al peluquero, entonces ella debe saber; la sirvienta del Hotel. ¿Me llevará de aquí? Se pregunta la niña moza. ¿Vendrá a comprar algunas tierras? dice, para sí, el hombre de negocios. Yo lo ví escribiendo en un libro, dice la sirvienta. Debe ser algún historiador o, por su raída indumentaria, algún poeta. Los poetas no sirven para nada, vocifera la Ley, representada por su único jefe, con minúscula. Pero podría escribir sobre este pueblo, y tal vez así la gente nos conozca y venga, dice alguien, con voz tímida y discreta. Es verdad, retruca otro. Vendría mucha gente si nos conocieran. Traerían dinero, construirían casas, habría más comercio y crecería el pueblo. Sí, se dice el representante de la Ley, crecería el pueblo, traerían a un jefe de más grado y yo tendría que partir o ser el segundo o el tercero. Cada quien piensa sus cosas mientras voy escribiendo, en mis versos, la historia de las gentes hacendosas de este país tan pobre y tan pequeño. Yo paso y canto. Una mujer de edad, una anciana muy bella, arroja un clavel a mi paso, y me sonríe con sonrisa eterna. Una niña besa mi mejilla y se aleja, corriendo, mientras su madre me hace una tímida seña. U n mozo, joven, que fuma, en una esquina me saluda, insolente, como preguntándose: ¿Y de dónde salió este? Yo paso y canto. La tarde, de Verano, pinta los árboles de verde y mi poema, loco, desgranando va los días de los primeros meses. Yo paso y canto. A veces me acompaña la guitarra y en la cantina me bebo un par de tragos. Es que soy el poeta de la tierra y la gente me quiere así como ando. alguien me pide que no cambie mi poesía por insulsos halagos, y yo le contesto con una sonrisa que me enseñó, recién, una dama de ojos buenos y cabellos muy blancos. Yo paso y canto. Voy conversando con la brisa y dialogando con los pájaros. Me volví loco hace mucho tiempo, y no me importa el paso de los años. Sólo oigo música y palabras hermosas que cantan las obras de los grandes clásicos. Me es muy fácil ir, con una hormiga, a trabajar, duro, por el campo. y puedo volar, con una golondrina, y construir un nido allá, muy alto. Yo paso y canto. ¿Sabes que a veces oigo, del cielo, que me llaman? ¿No lo sabes? Sí, me llaman. Y me dicen que escriba lo que escribo y que siga caminando. ¿Ves como me he vuelto loco? entonces no soy responsable de mis actos y puedo cantar, bailar, empuñar el arado y trabajar. Mientras no cause daño, sentencia el mayordomo. Y así fue como me asesinaron. Por cantar a las cosas que uno ve cuando tiene los ojos no velados. Pero no morí. A pesar de todo. Y encontré quien continúe mi trabajo. Los que me asesinaron sí murieron. Murieron con el paso de los años. Y se llevaron el secreto hacia la tumba que yo revelaré cuando sean la hora y el segundo exactos. Yo paso y canto. El gracioso delfín, de la comedia, que se hunde, en el agua, y aparece en un gran salto, es un poco como mi poesía que pasa por el circo vestida de payaso. Con una gran bocota, de ancha risa, y unos viejos pantalones remendados. Yo quiero ir, porque el mundo necesita quien le cuente cuentos de ángeles y magos. Yo paso y canto. a veces soy el oso bailarín y otras veces el perro amaestrado. ¿No me has visto colgado del trapecio? ¿Nunca has visto lo increíble que allí hago? No te vayas, poeta misterioso, ahora que recién estamos comenzando. Si quieres te dejo descansar unos minutos pero no quiero que te vayas, falta tanto. Es gracioso mirar hacia el futuro donde la paz debe estarnos esperando. ¿Quién leerá estos versos y encontrará la clave y el milagro? Yo paso y canto. De tu casa me llevo una sonrisa. De la tuya una flor, un apretón de manos. De la casa de allí una ventana sin cortina y de la casa de allá una niña llorando. Paso por el camino, solo, hecho de polvo durante tantos años, mientras por un poco tiempo, apenas, quedan las huellas de mi noble caballo. anoche, de cara a las estrellas, pude ver que me encontraba muy alto. hacía frío, mucho frío, y mi cuerpo descansaba, tendido, allá abajo. No lo pude subir, hermano mío, ni he podido bajar a rescatarlo. Ya no está. Pensando estaba muerto lo enterraron y se pudrió, en la tierra, comido por gusanos y yo quedé vagando, en las alturas, hasta que te encontré, desesperado. andabas buscando una razón y querías perpetuarla con un canto. Pero eras demasiado impuro para entrar en tu alma de cantor solitario. Hace casi veinte años, del encuentro, pero algo hemos avanzado, la fuerza, invisible, que nos ata es la que, poco a poco, te ha cambiado. Ya podremos dialogar, sencillamente, mirándonos, de frente, con los ojos cerrados. Entonces no te asustes, nada de lo que viene es malo. nada pueden hacerte la crueldad ni la ambición, desmedida, de los seres humanos. Has empezado otro camino que es muy bello, y lo irás descubriendo paso a paso. Es un camino que debes compartir y enseñar a los que no lo han encontrado. Camínalo con fe. tú lo hallaste y yo te llevo de la mano. Yo paso y canto. Sencillamente paso y canto. Puedo hacer brotar el agua de la roca. Y nacer una flor en perfumado fango. Puedo inventarte una corona y hacerte reina de una corte pura de milagros. Puedo curar tu herida y volar como los pájaros. el segundo que te queda, de vida, yo puedo hacerlo largo, muy largo. Yo paso y canto. He sacado a un par de peces del anzuelo y los he devuelto al agua desde donde habían sido pescados. He inventado un color para teñir la puerta de mis años. el poeta se ha ido, me parece, pero creo que nunca, como hoy, nos habíamos encontrado. Debo purificar el alma y salir a vivir como me lo ha indicado. Ya no tengo temor por el pasado ni debo temer por el presente. Escrito está el destino de los hombres en un libro que deberás leerme. Yo paso y canto. En algún lugar encontraré el lugar. Será aquel donde estés esperando. En algún lugar encontraré el lugar. Será aquel donde estés esperando. En algún lugar encontraré el lugar. Será aquel donde estés esperando.