Vamos amarraditos los dos espumas y terciopelo, yo con un recrujir de almidón y tú serio y altanero. La gente nos mira con envidia por la calle, murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde. Dicen que no se estila ya mas ni mi peinetón ni tu pasador, dicen que no se estila ya mas ni mi medallón ni tu cinturón. Yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo, cuando vas de mi brazo por el sol y sin apuro. Nos espera nuestro cochero frente a la iglesia mayor, y a trotecito lento recorremos el paseo, tu saludas tocando el ala de tu sombrero mejor, y yo agito con donaire mi pañuelo. No se estila yo se, que no se estila, que te ponga para cenar jazmines en el ojal... Desde luego parece un juego pero no hay nada mejor que ser un señor de aquellos que vieron mis abuelos.