Un mundo de contrahechos se esparce en la cartulina, bordado con punta fina como los pelos del pecho. País en que los deshechos son amados todavía, es la comarca sombría donde la luz se perdona, porque allí van las personas del sueño a la poesía. En un sofá diminuto posa minúscula gente. Unos sonríen al lente, otros cuentan los minutos. Bichejos de rostro enjuto se asoman a celosías y carroñeras arpías prestan garras al retablo, mientras hace redonda el diablo del sueño a la poesía. Un pavorreal se pasea por un desván en penumbras y a su paso, que deslumbra, la oscuridad se voltea. ¿Qué transformó pluma en tea de apariciones umbrías? ¿Qué pasión, qué melodía tocó el corazón humano para conducir la mano del sueño a la poesía?