En el cuello de un totí carboncito de coral, una tarde me subí cuando aquel echó a volar, cuando aquel echó a volar. Un gajito de galán y del romerillo flor tuve tiempo de llevar, para sentirme mejor. Y me fui en un copo de oscuridad como un jinete del ventarrón, con perfume de la nocturnidad sobre mi azabache de tornasol. Bello totí fulígeno, lienzo del universo, recreo, póstigo, fantasma inverso, saeta de un diablo divino.