Un viejo abril remontó la brisa en el puerto del atardecer del pie cerril desde un ascensor de gaviotas que sobre olas fue directo a él conmigo en él Y un cielo añil dibujó la viña que vio nacer el verano en él de un mar sin fin, de un enero eterno y un sol tan cruel que nos pierde entre las callecitas del anhelo por volver a ver... La ciudad de luces sobre cuestas hasta el mar de la poesía al protestar, un verso a color el hogar de Salvador, la cava, el puerto y el jurel el paraíso al sur de América que hallé Y ahí conocí el calor de Chile, su sencillez y el afecto fiel que ve en mí al amigo ajeno y la voz de quien hoy se sabe americano y libre en la idea que va a recorrer... Y a lo lejos vuelve a nacer...