¡Qué difícil fue callar cuando me dejaste! Y ¡Qué difícil fue llorar en silencio! Sentir un inmenso dolor dentro del alma, y ahogarlo buscando razón en la soledad. ¡Qué difícil fue encontrar otra vez para la vida un motivo! Tropezando y maldiciendo éste revés, culpando al destino. Pero todo se acaba, también el dolor, y hoy siento la dicha de amar como ayer. En cambio, en ti observo la fría altivez que disfraza un hastío. Sonrio observando la absurda altivez que disfraza un hastío, tu hastío, hastío.