Una mirada se enciende, Es un rayo de luz penitente, Como una eterna caricia, Desafiando el calor de la muerte. Y ella gira como el viento, Como un ave en pleno vuelo, Y así se vuelve distancia, Se desgrana su sombra en mis dedos Y es una flor en la greda, Sin destino sin lumbre ni tiempo Deja un halo de agua fresca Bendiciendo mi vieja espera Y a la noche mi dolor, Se hace al mar de su cuerpo, Pero su alma sabe alcohol, Y aquí voy, peregrino al sol, Sus misterios, que se van yendo, Vuelve tranquila y descalza, Arropada de brisas y huellas, Lleva en su piel un desvelo, Que agoniza en la ultima estrella, Y es un ángel solitario, Que me espera en esas tierras, Ya no le temo a su boca, Solo aguardo la noche serena, Que de un rincón milenario, Llegara derritiendo cadenas, Y en un siglo de deshoja , Y hace un canto de la tristeza, Y a la noche mi dolor, Se hace al mar de su cuerpo, Pero su alma sabe alcohol, Y aquí voy, peregrino al sol, Y sus misterios que se van yendo.