Qué dicífil resulta, compañera, acabar de situarte en tu lugar qué manera de alzarte la primera qué justicia tan última en llegar. Tu sereno perfil, tu larga espera tu esperanza que no ha de terminar te moldearon de estoica madera que resiste el más viejo vendaval. Yo te saludo en nombre de los nuevos los que no han de acusarte por amar los que amando contigo se hacen buenos porque buena es, tu savia original. Los que respetan tu delicadeza, los que admiran tu triple condición, ¡qué Mariana, qué obrera, qué belleza! Mil perdones, recibe esta canción. Yo guardé para tí el hermoso sueño de esa inmensa capacidad de amar que me lleva por límites sin dueños de tu mano dejándome guiar. Yo te saludo en nombre de los nuevos los que no han de acusarte por amar los que amando contigo se hacen buenos porque buena es, tu savia original. Los que respetan tu delicadeza, los que admiran tu triple condición, ¡qué Mariana, qué obrera, qué belleza! Mil perdones, recibe esta canción.