Me he acordado de tí al leer una carta que estaba dentro de una caja olvidada. Recuerdos y fetiches que guardamos y no tiramos. Estaba la chaqueta que vestía mis ideas. Me la he vuelto a poner y he ido al bar donde nuestros problemas encontraban respuestas. Ya no está el futbolín, ni aquel viejo gruñón que nos servía absenta en medio de nuestras tormentas. Entonces no nos planteábamos el suicidio tampoco veíamos colores tristes. Todos brillaban. Todos eran felices. El sol nos cegaba mientras nosotros lo mirábamos y sonreíamos felices. Ya no van a cenar las enfermeras del hospital. Han salvado sus vidas entre morfina y champagne