Desde pequeño creo recordar que siempre ha estado allí Sentada en la misma esquina, cuando el invierno ya venía Y el frío nos helaba la nariz Castañas calentitas nos ofrece todavía hoy Acurrucadita en su puesto, a solas con sus pensamientos Echando a un lado penas y dolor Año tras año siempre luchando por dar a sus hijos una vida mejor Desde aquel día en que a su padre se lo llevó Dios Consuelo, Consuelo Cabellos de plata y mirada de cielo Consuelo, Consuelo Sonrisa de nácar, corazón inmenso Siempre remando a contracorriente tu sola en la vida Con uñas y dientes, sabiendo llegar a la orilla Sin que nadie te ayudara jamás Volviendo a casa una noche yo la vi tan triste y mal Que un décimo de lotería le regalé Porque sentía que la suerte le tenía que llegar Llorando de alegría la encontré el día de Navidad El gordo yo le había dado, y me sentí emocionado Al ver sus sueños hechos realidad