– No temerás los odres destapados de Eolo. Los vientos se entrecruzan tras los mares, viajan en las borrascas, pulsan olas turgentes, despeinan deportistas y palmeras. Los abrazos son vientos concentrados y sabios – mi noto tú mi céfiro mi bóreas. No temerás las calles arrasadas, los bosques descuajados, los altos oleajes. No temerás los odres destapados de Eolo.