La marea me dejó arenas de plata,
que pondré en el reloj del tiempo que no pasa.
La marea me dejó islas inundadas,
donde atrapar con mi red una historia de piratas.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.
La marea me dejó maromas de un barco,
algas tejidas en forma de desengaño.
La marea me dejó unas conchas sin nombre,
con que el niño hace un collar de un alfabeto que no entiende el hombre.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.
La marea me dejó cangrejos salados, burbujas de hielo
y un libro en blanco.
La marea me dejó los versos borrados,
la tinta, un borrón, un papel mojado.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.
La marea me dejó la piel cuarteada,
la miel en los labios, las piernas enterradas.