Hablado.
Y aquí voy rodando, por esta ciudad,
metido en un carro que no sabe hablar,
enciendo la radio, comienzo a escuchar
un idioma extraño que me hace pensar.
¿Pensar? yo diría más bien divagar
hoy día es difícil ponerse a pensar
la ciudad aplasta, no hay tiempo de nada,
no hay tiempo de nada, no hay tiempo de nada.
Canto.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.
Donde estaba mi ciudad
hoy se levanta una nube,
que no deja respirar
que nos aplasta y no sube.
Y no puedo ver el sol
detrás de los edificios,
para poderlo mirar
debo subir treinta pisos.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.
Y las calles se llenaron
de gentes que van y vienen,
los que tienen van en carro
y de a pié los que no tienen.
Y un hombre que escupe fuego
me detiene en una esquina,
y me pide, con un ruego,
una moneda asesina.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.
Un estudiante me pide
que lo lleve hasta la escuela,
y yo lo llevo y me dice
¡maldita! la tierra, entera.
Y en la fe, que nunca tuvo,
tal vez se encuentre mi pueblo,
no sé por qué no se pudo
dejarlo, siempre, pequeño.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.
Yo he visto pegarse un tiro,
en medio de la ciudad,
a la mujer de un amigo
porque este no volvió más.
Y he visto engordar a algunos,
con el trabajo del otro,
si se legisla este abuso,
qué será Dios, de nosotros.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.
Ay la ciudad creció,
y mi pequeño pueblo murió/ bis.