Respondiendo a un Caballero del Peru, que le envoi
unos Barros diciendole que se volviese hombre
Senor: para responderos
todas las Musas se eximen,
sin que haya, ni aun de limosna,
una que ahora me dicte;
y siendo las nueve Hermanas
madres del donaire y chiste,
no hay, oyendo vuestros versos,
una que chiste ni miste,
Apolo absorto se queda
tan elevado de oirle,
que para aguijar el Carro,
es menester que le griten,
Para escucharlo, el Pegaso
todo el aliento reprime,
sin que mientras lo recitan
tema nadie que relinche.
Para, contra todo el orden,
de sus cristales fluxibles
los gorjeos Helicona,
los murmurios Aganipe:
porque sus murmurios viendo,
todas las Musas coligen
que, de vuestros versos, no
merecen ser aprendices.
Apolo suelta la vara
con que los compases rige,
porque reconoce, al verso,
que injustamente preside.
Y asi, el responderos tengo
del todo por imposible,
si compadecido acaso
vos no tratais de influirme.
Sed mi Apolo, y vereis que
(como vuestra luz me anime)
mi lira sonante escuchan
los dos opuestos confines.
Mas joh cuanto ponderosa
es la invocacion humilde,
pues ya, en nuevo aliento, el pecho
nuevo espiritu concibe!
De extrano ardor inflamado,
hace que incendios respire;
y como de Apolo, de
Navarrete se reviste.
Nuevas sendas al discurso
hace que elevado pise,
y en nuevos conceptos hace
que el a si mismo se admire.
Balbuciente con la copia
la lengua torpe se aflige:
mucho ve, y explica poco;
mucho entiende, y poco dice.
Pensareis que estoy burlando;
pues mirad, que el que me asiste
espiritu, no esta a un
dedo de que profetice.
Mas si es querer alabaros
tan reservado imposible,
que en vuestra pluma, no mas,
puede parecer factible,
de que me sirve emprenderlo,
de que intentarlo me sirve,
habiendo plumas que en agua
sus escarmientos escriben?
Dejo ya vuestros elogios
a que ellos solos se expliquen:
pues los que en si solo caben,
consigo solo se miden.
Y paso a estimar aquellos
hermosamente sutiles
Bucaros, en quien el Arte
hace al apetito brindis:
Barros en cuyo primor
ostena soberbio Chile,
que no es la plata, no el oro,
lo que tiene mas plausible,
pues por tan baja material
hace ques se desestimen
doradas Copas que nectar
en sagradas mesas sirven.
Besoos las manos por ellos,
que es cierto que tanto filis
tienen los Barros, que juzgo
que sois vos quien los hicisties.
Y en el consejo que dais,
yo os prometo recibirle
y hacerme fuerza, aunque juzgo
que no hay fuerzas que entarquinen:
porque aca Salmacis falta,
en cuyos cristales dicen
que hay no se que virtud de
dar alientos varoniles.
Yo no entiendo de esas cosas;
solo se que aqui me vine
porque, si es que soy mujer,
ninguno lo verifique.
Y tambien se que, en latin,
solo a las casadas dicen
uxor, o mujer, y que
Es comun de dos lo Virgen.
Con que a mi no es bien mirado
que como a mujer me miren,
pues no soy mujer que a alguno
de mujer puedo servirle;
y solo se que mi cuerpo,
sin que a uno u otro se incline,
es neutron, o abstracto, cuanto
solo el Alma deposite.
Y dejando esta cuestion
para que otros la ventilen,
Porque en lo que es bien que ignore,
no es razon que sutilice
generose Peruano
que os lamentais de infelice,
que Lima es la que dejasteis,
si aca la lima os trajisteis?
Bien sabeis la ley de Atenas,
con que desterro a Aristides;
que aun en lo bueno, es delito
el que se singularice.
Por bueno lo desterraron,
y a otros varones insignes;
porque el exceeder a todos,
es delito irremisible.
El que a todos se aventaja,
fuerza es que a todos incite
a envidia, pues el lucir
a todos juntos impide.
Al paso que la alabanza
A uno para blanco elige,
a ese mismo paso trata
la envidia de perseguirle.
A vos de Peru os destierran
y nuestra Patria os admite,
porque nos da el Cielo aca
la dicha que alla despiden.
Bien es que vuestro talent
diversos climas habite:
que los que nacen tan grandes,
no solo para si viven.