I
Me quieren enterrar los asesinos,
Las comidas con sal y los espejos.
Ya me han querido sepultar los viejos
Y algún que otro brioso nuevo pino.
Me quieren enterrar donde adivino
-siempre quisieron ocultarme lejos-.
Objeto de los fúnebres cortejos,
Ayer u hoy, parece mi destino.
Ahórrense cumplidos y sudores,
Pronósticos de ingenio o decadencia;
Llevo mil años con enterradores
Y sé de sus señuelos y ocurrencias.
Quien necesite hundirme entre las flores
Sólo precisa un poco de paciencia.
II
Me quieren enterrar los homenajes
Y ciertas melindrosas señoritas.
¿Por qué será que alguien necesita
Ponerme velas, mandarme de viaje?
¿No se dan cuenta de que tal pasaje
Le va mejor a la esperanza rota,
Al sonido pulsado que se agota,
Al arlequín consumidor del herraje?
Tiñosas, lagartijas, esperpentos,
Aburridos batracios y loqueros.
Aún corre la sangre en mi instrumento,
Solavaya, aves de malagüero.
Mundo feroz, lo digo en juramento:
Enterrarme le va a roncar el cuero.