Nació la sombra de un árbol en flor junto a la loma, al arroyo, el trigal. Fue el niño dueño del aire y del sol, y el campo era su inmensidad. Creció en un mundo pequeño y feliz, era su magia la lluvia y la voz, que en el silencio de un día estival decía la estrofa de una canción. Aprendió que vivir cada día es salir a buscar la esperanza, el trabajo, la pena, el amor, la amistad.
Aprendió... a vivir. Un día cualquiera llegó a la ciudad, y la ciudad se quedó con su amor. El trajo el aire mas puro y su paz, y la ciudad le enseño otro sol. Hoy que se ha ido y no volverá, junto a su casa hay un árbol en flor. En el cielo es campo y es inmensidad, y en el silencio lo encuentra a Dios.