Nació la sombra de un árbol en flor
junto a la loma, al arroyo, el trigal.
Fue el niño dueño del aire y del sol,
y el campo era su inmensidad.
Creció en un mundo pequeño y feliz,
era su magia la lluvia y la voz,
que en el silencio de un día estival
decía la estrofa de una canción.
Aprendió que vivir cada día es salir a buscar
la esperanza, el trabajo, la pena, el amor, la amistad.
Aprendió... a vivir.
Un día cualquiera llegó a la ciudad,
y la ciudad se quedó con su amor.
El trajo el aire mas puro y su paz,
y la ciudad le enseño otro sol.
Hoy que se ha ido y no volverá,
junto a su casa hay un árbol en flor.
En el cielo es campo y es inmensidad,
y en el silencio lo encuentra a Dios.