Vieja amiga oscuridad,
otra vez quisiera hablar.
Porque he tenido nuevamente,
una visión que suavemente,
iba cambiando mi manera de pensar.
La oigo hablar, la escucho en el
silencio.
En sueños caminaba yo
entre la niebla y la ciudad.
Por calles frías, desoladas;
cuando una luz blanca y helada
hirió mis ojos y también hirió la oscuridad,
la vi brillar, la veo en el
silencio.
En la desnuda luz miré,
vi mil personas, tal vez más.
Gente que hablaba sin poder hablar,
gente que oía sin poder oír.
Y un sonido que los envolvía sin piedad,
lo puedo oír, sonido del
silencio.
Entonces yo les quise hablar,
entonces los quise ayudar.
Quise sentirlos como hermanos,
quise tomarlos de las manos;
pero no podían, no podían despertar ni entender.
Me hundía en el
silencio.
Se arrodillaban a rezar,
aquella luz era su Dios.
Yo les grité que despertaran,
que la verdad allí no estaba,
que los profetas no, no son luces de neón
y que Dios siempre habla en el
silencio.