Autómatas del vicio en traje de negocio
La máquina agradece, prestados los servicios
secuestrando las huellas de la vida cotidiana
vendiendo certeza cada mañana
deseando íntimamente el vacío
sin salirse nunca del camino prometido
mirando en el espejo la cara del miedo
quemando cromo al pedo
Allá arriba en su cielo de oficinas
zumbando como abejas
atiborrados de metanfetaminas
llorando sin quejas
ocupados sin gloria ni pena
en mantener activa
la colmena
¿A quién compraron esta vez?
¿al línea?
¿o al juez?
¿al golero de mi cuadro?
¿o de repente a los tres?
Nunca me dio por el jetra salvo para algún casorio
herramienta del pillaje, figurita de velorio
ser milico decorado que vigila con mastines
apaleando chiquilines
protegiendo políticos bien arropados
al trono atornillados, despreocupados, soberbios y acan*llados
mirando desde arriba, fajándome la vida
seguros, indolentes, siempre sonrientes, siempre repelentes
ladrando neolengua, buscando quien los compre, quien los vote y los atienda
bien igual! a la otra sale
Pero esta mano la juego solo, sin nadie más
apreto los panes
y ya no miro para atrás
ahora el aire es transparente
y el camino aparece señalado
el banquero anarquista consulta su lista de gente
marcada en el costado
la puñalada me nubla la vista
el vaso está borroso, el piso asqueroso, mi paso es inseguro
bajo este cielo impuro
y es ahí que me doy cuenta
en una cuenta regresiva lenta
que lo peor es darse la frente contra el muro
quedar duro
como un frasco
sentir miedo y asco
pero no en Las Vegas sino en Pando
y entender que aunque afuera el sol quema
adentro sigue nevando
andando se hace camino y lastimando se borra lo caminado
sorry, no bonus!
su tiempo se ha terminado
estoy afuera, serena, completa y definitivamente
eliminado