Olor a nicotina mesas cojas, comandas de tequila luces rojas;
tertulias que se olvidan cuando llega la maldita resaca.
Meseras con billetes en la blusa, trincheras de una luz semi difusa;
que les quita la cara a los que esconden secretos personales.
El bar es un hotel de medio pelo, que le cura el desconsuelo;
a los que no saben que hacer con el desvelo, como yo.
Papeles por de bajo de la mesa, cócteles que te alivian la tristeza;
canciones como dagas en el pecho de la melancolía.
Historias que no van a ningún lado, glorias de un pasado tan pasado;
y mis sueños merodeando suicidados en la vieja tarima.
Yo llevo aquí metido media vida y sigo sólo y sin salida recordando,
todas las putas noches.
Que ahí se sentaba ella, que ahí se enamoró de mí;
ahí mientras cantaba pintaba en servilletas;
mensajes subversivos mientras se las sujetaba.
Ahí se sentaba ella, ahí se enamoró de mí,
ahí en esa silla ella un día se aburrió de mí.
Dolores se llamaba que ironía, dolores no busca compañía;
que le durará mas que el after show y el sudor del camerino.
Se unió a los delirios del trasnoche se alió a los colirios y al derroche;
y yo que bauticé de amor lo que era compañía.
Jamás vimos la luna, por que el bar nunca nos hizo recordar;
que a fuera el mundo continuaba sin nosotros.
Por que ahí se sentaba ella, que ahí se enamoro de mí;
ahí mientras cantaba pintaba en servilletas;
mensajes subversivos mientras se las sujetaba.
Ahí se sentaba ella, ahí se enamoro de mí,
ahí en esa silla ella un día se aburrió de mí.
Se me acabo el carisma si me vieras,
mi voz ya no es la misma si me oyeras;
la noche es una puta divertida, pero cobra factura.
Me fumó otro cigarro y la mañana, me opaca como barro en la ventana;
y vuelvo como siempre a recordar.
Que ahí se sentaba ella, ahí se enamoro de mi,
ahí en esa silla ella un día se aburrió de mí.
Un jueves decidió no regresar, y no existe noche en este bar;
que yo no cante su canción por si regresa.