Mi techo es su suelo, la veo cuando escucho,
la encuentro y me muero.
Su piso es mi cielo, me vence aunque lucho,
su olor de aguacero.
No sabe que existo, no advierte que espero
un buen empujón del destino,
mientras tanto soy sólo el vecino.
Ella vive arriba en el s**to piso, yo escucho sus pasos.
Yo panza arriba, tirado en el piso viendo el cielo raso.
Parece un bongó sus pies en la duela
con esa rutina del cisne,
así es como empiezan los chismes.
Casi la puedo puedo ver,
persigo el camino del baño a la sala,
escucho caer su blusa de lino ya está en la cama.
Yo en el cobertizo soñando con ella,
con la bailarina vecina.
Se olvidó de cerrar la cortina.
La bailarina vecina
se pone el tutú en el espejo,
yo estiro el pescuezo pa' verla en vitrina.
La bailarina vecina
recorre mi techo en puntillas,
y le hace cosquillas de esquina en esquina.
¿Sabrá algo de mí la inquilina?
Ojos de luna, pelo de yegua, su piel es de seda.
La espero a la una, paciencia sin tregua, flotando en la acera.
Y surfeo la ola que deja su espalda,
rumbo del Teatro Victoria,
el resto lo sé de memoria.
La bailarina vecina
se pone el tutú en el espejo,
yo estiro el pescuezo pa' verla en vitrina.
La bailarina vecina
recorre mi techo en puntillas,
y le hace cosquillas de esquina en esquina.
¿Sabrá algo de mí la inquilina?
Mañana será, con todo el rigor la misma odisea.
¿Que plan detendrá el tímido amor?,
que sea lo que sea