Era tan pobre su amor que se hizo el fuerte para no mentir y sin mirarla le dio dos rosas que le arrancó de un jardín. Ella las puso en un florero, a que les diera la luz del basurero. Sobre un roído colchón, se le entregó sin apenas comer y el miedo les susurró que uno y uno siempre suman tres; y descubrió que eran tan pobres que ni los gatos maúllan por la noche. Y a orillas de la ciudad se hicieron tal para cual bajo el cielo malherido y entre nubes de alquitrán, buscaron a Peter Pan como dos niños perdidos. Y por no verla llorar se disfrazó de poeta: "Dame un beso, corazón, que nos está observando Dios y Dios ahoga pero no aprieta".
Y un día, al amanecer, llegó el progreso y la demolición, como si fuera papel, cayó el palacio de chapa y cartón, y a otra cosa mariposa... ...no respetaron ni las rosas. Y a orillas de la ciudad, sin patria ni libertad, bajo un cielo malherido, entre nubes de alquitrán, buscaron a Peter Pan como dos niños perdidos. Y por no verlo llorar lo acarició con dulzura: "Dame un beso, corazón, no llores más, que existe un Dios para los que viven a oscuras. Dame un beso, corazón, que yo sí que tengo un Dios apretando mi cintura. Dame un beso, corazón, que nos está observando Dios... ...que él sí que está más solo que la una".