Era tan pobre su amor
que se hizo el fuerte para no mentir
y sin mirarla le dio
dos rosas que le arrancó de un jardín.
Ella las puso en un florero,
a que les diera la luz del basurero.
Sobre un roído colchón,
se le entregó sin apenas comer
y el miedo les susurró
que uno y uno siempre suman tres;
y descubrió que eran tan pobres
que ni los gatos maúllan por la noche.
Y a orillas de la ciudad
se hicieron tal para cual
bajo el cielo malherido
y entre nubes de alquitrán,
buscaron a Peter Pan
como dos niños perdidos.
Y por no verla llorar
se disfrazó de poeta:
"Dame un beso, corazón,
que nos está observando Dios
y Dios ahoga pero no aprieta".
Y un día, al amanecer,
llegó el progreso y la demolición,
como si fuera papel,
cayó el palacio de chapa y cartón,
y a otra cosa mariposa...
...no respetaron ni las rosas.
Y a orillas de la ciudad,
sin patria ni libertad,
bajo un cielo malherido,
entre nubes de alquitrán,
buscaron a Peter Pan
como dos niños perdidos.
Y por no verlo llorar
lo acarició con dulzura:
"Dame un beso, corazón,
no llores más, que existe
un Dios para los que viven
a oscuras.
Dame un beso, corazón,
que yo sí que tengo un Dios
apretando mi cintura.
Dame un beso, corazón,
que nos está observando Dios...
...que él sí que está más
solo que la una".