Tierra de olvido, ruleta imposible,
el tiempo sigue apagando candela,
quién quiere hoy ya mirarse a los ojos,
quién quiere hoy descubrir las estrellas.
En el reloj las horas plegan alas,
van las mujeres vestidas de pena,
miran el luto gritándole al mundo,
que venga paz y que paren las guerras.
Corre, ve y dile, corre, ve y dile,
vete, corre y dile que el arma la tengo yo.
Corre y dile, corre, ve y dile,
vete, corre y dile que el arma la he enterrado yo.
Loca esperanza vela en cada esquina,
tropas de angustia atacando al gigante,
que bombardea rincones queridos
y desvanece la luz cada instante.
Cual poseídas tejen las mujeres,
con hilo negro y adornos de encaje,
tápiz de un niño que inocente ríe,
entre granadas y ríos de sangre.
Que son dos días y otoños pasando, dice el carcelero.
Más hijos perdidos, paciencias vencidas y rotos anhelos,
de esperar, que esta historia cambiara su final
y otras luces quedaran esta vez sin apagar.
Verdes vuelos, banderas que se niegan a hondear,
insumisas, descaradas,
plantan cara a la patria y al mismo general,
no están solas, la historia acompaña su verdad,
no vale la pena, tanta pena, ninguna pena.
Corre, ve y dile, corre, ve y dile,
vete, corre y dile que el arma la tengo yo.
Corre y dile, corre, ve y dile,
vete, corre y dile que el arma la he enterrado yo.
Pecho herido, esclavas de la entrega y el amor,
recolectando ilusiones... siempre libre.