Puede que no me guste correr tanto, dejarme llevar, y que ya esté cansada de ser copiloto de tu amor. Yo ya sé conducir y hoy fijo un rumbo nuevo a mi corazón, ya no hay marcha atrás, ni nada que hablar pues yo ya no soy copiloto de tu amor. Y no puedo engañarme, no voy a decir que no dolió,
me robaste la risa mientras yo dormía, ¡valiente ladrón!. Si todos tus abrazos fueron de mentira, ¿qué me estranguló? Ya no hay marcha atrás ni nada que hablar, pues yo ya no soy copiloto de tu amor, ni pienso viajar en el asiento de atrás, jamás.