Con el amor no se juega, ¡ay, canastos! que es peor. -Señorita, hace mucho que la espero soportando el aguacero por decirle que la quiero aunque usted no lo permita. -¡Canastos! -¿Qué me responde usted? -Caballero, nunca he estado enamorada déjeme una temporada porque no me fío nada de un cariño pasajero. -¡Canastos! -¡Váyase, por favor! Con el amor no se juega, ¡ay, canastos! que es peor, porque el amor, cuando llega, es, ¡canastos!, lo mejor. -Señorita, yo le ofrezco la fortuna las estrellas una a una con el sol y con la luna
y el amor que aquí palpita. -¡Canastos! -Ya ve que soy formal. -¡Ay, muchachito!, no me importa la riqueza ni he perdido la cabeza si le digo con franqueza que un marido necesito. -¡Canastos! -Casarse es lo mejor. Con el amor no se juega, ¡ay, canastos! que es peor. -Linda mía, cuando quiera estoy dispuesto para hacer el presupuesto de lo caro que se ha puesto pasar por la vicaría. -¡Canastos! -Por algo somos dos. Con el amor no se juega, ¡ay, canastos! que es peor, porque el amor, cuando llega, es, ¡canastos!, lo mejor.