Juan Quintero Señor, levante su fuerte brazo y eche su peso pronto a rodar, que es propio de caballeros ser derribado y el derribar. Que puede haber gallardía sin yelmo y sin armadura, que buen corazón quebranta mala ventura. Señor, si se ha enfrentado a gigantes sin más refugio que su querer, poniendo en cada combate tánto valor, que no hay más que ver, no puede elegir ahora dejarse morir un día sin más enemigos que la melancolía. Riqueza dignas de verse pueden perderse, aunque no la fé. Recuerde lo que se dice: más vale un toma, que un te daré. Lo espera su Dilcinea, y aquél que le está cantando, su Sancho, su fiel hermano pájaro en mano y no digo más.